viernes, 3 de enero de 2020

El Gran Muro

Deslizándome como una anaconda de mar, a toda velocidad,
el pasado pegado a mi piel, corro para que no me alcance:
la imposibilidad como acto supremo de vida.

¿No estaré dando vueltas esta vez también?
¿Voy hacia delante o algo me precipita?

Termino desnuda en una playa,
las gaviotas giran alrededor de mi cabeza
y esperan mi muerte sin saberlo.

No se puede burlar el destino
sobre todo ese estrepitoso
que aspira a chocar contra El Gran Muro.

Me arrastro y solo pido dormir,
obligada a seguir,
en este camino, en este escenario.

¿De dónde saco la fuerza?
Rezo a todos los dioses;
ninguno me contesta.

Respiración entrecortada,
espalda alada y arrancada, colgando,
vengo de allí abajo y no puedo subir,
¿me vas a dar tu la mano?

Siempre te acabas marchando.

¿Qué haría el héroe griego
si ante los cantos de sirena,
sin cuerda estuviera para ser atado?

Cruz a la espalda y la cuesta no termina,
y la eternidad nunca es una vida
sino un castigo por siempre hasta la cima.

Que no mueres ni resucitas:
una enfermedad que en el pecho palpita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario