viernes, 17 de enero de 2020

El Duende de la Perversidad


No creas todo lo que te cuente;
El Duende de la Perversidad
aprieta de la cintura y te convierte
en un reloj de arena.

Aprieta tanto que el tiempo detiene
y, ¡cómo duele!

Nunca olvides tus propios rezos;
aguanta y cierra fuerte los puños,
clava tus uñas en la piel hasta vela sangrar,

resiste el desequilibrio
y camina, transitando la cuerda tensa y fina,
secuestrada la palabra pero no la voluntad.

La verdad...
Tanto hablar es solo ruido,
me tiembla el pulso y otro paso
que viene del más allá.

Es gracias a ti que escribo, 
pronto será por alguien más.
Mi tez reflejando tu espejo, 
todo por imaginar.

Llegas a la sima de tu belleza,
estallas en mil pedazos, y ¿qué te queda?
¿Merece  tanto la pena?

Te falta el aire: acerca la boca y respiro por ti.
Te doy la mano y te levantas,
de nuevo en pie; avanzas.

El camino se desdibuja y tengo sed,
dame un poco de tu agua,
que aunque ahora esté estancada,
pronto yo la haré correr.

Toca separar las manos,
sin mirar atrás,
ni decir adiós,
El Duende de la Perversidad no entiende de súplicas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario