viernes, 6 de agosto de 2021

Género fluído

 Me tuve que arrancar el sexo a bocados,

para poder caminar,

para no quedarme inmóvil,

ante ataques determinantes.


Varias veces me atravesaron sus lanzas peniformes,

a punto estuvieron de matarme,

pero la suerte apostó por mí;

así gané el juego de la ruleta rusa.


Conseguisteis que mi pecho fuera plano,

que me creciera vello sobre los labios,

que mis andares fueran desgarbados.

Mis brazos como los de un mono. Para poner distancia.


Y ahora vuelvo a maquillarme,

y a sentirme femenina,

a veces uso tacones,

pero a menudo pienso en crímenes imaginarios.


En los que yo deshago a toda esa calaña,

en los que los destrozo hasta hacer vapor de sangre,

hasta que no queda nada de aquellas siluetas,

que de perfil en la entrepierna tienen la bala asesina.




Narciso


Te siento cerca aunque no estuviste nunca.

O bueno, sólo una vez. 

Pero ese hecho eclipsó la historia entera.

¿Fue una suerte que ocurriera?


Narciso mirando alrededor de su imagen,

Se pueden cambiar los cuentos?

Tu silueta se hizo fondo, o un espejo quizás,

Para poder mirar en lo hondo de mí. Por primera vez.


Ahora sé que andas cerca, qué cosa más extraña.

El rencor se disolvió,

ya no me debes nada, aunque no estuvieras nunca.

Bueno, una vez nada más.


Ese día me miraste.

Y no pude evitar romperme,

ante tu estado terminal yo parecía la más grave

de los dos. Y creo que lo era.


Me dijiste que también tuviste miedo, una vez,

y que sin saber muy bien cómo, terminó.

Me sentí cerca de ti, se rompió el maleficio. 

Dejaste, por fin, de ser flor.


En el lecho de muerte viniste a la vida.

Imposible.

Pero al fin tu cuerpo libre,

en guerrero corazón palpita en mí.


 Y ahora me entreno como un gladiador.

Me transformo en fuerza desmesurada,

Me enfrento a los leones y, de vez en cuando,

me convierto en flor.




Los "Desde Arriba"

 


De vez en cuando me acuerdo de vosotros. 

Pero habéis perdido relieve; 

ya no se os ve tan imponentes como entonces. 


En las vacas gordas de mi espíritu sé que me amasteis. 

Recuerdo cuando las vacas flacas llegaban. Así, casi de repente. 

Saltaban las vallas como si volasen. 


Vosotros no apreciabais la estampida. 

No apreciabais nada de lo que se estaba fraguando. 


Y cuando aquello comenzaba a crecer, 

empezabais a mirarme de reojo. 

Algo iba mal. 

Me mirabais de soslayo.


Decíais que nunca os pasaría a vosotros. 

Antes de decirlo, os asegurabais de estar a 5 metros de altura. 

Os asegurabais de que vuestros pies estuvieran sobre mi cabeza. 

Qué seguros estabais. Qué libres y enormes os sentíais. 


Recuerdo vuestro desprecio, muy agudo, muy punzante. 

Girabais la cabeza con asco. 

Y empezabais a alejaros con la decepción que os caracterizaba a todos.


Formasteis parte de mi vida, pero no os echo de menos. 

Y casi nunca siento náuseas al recordaros. Fuisteis hojas caducas en primavera. 

Una anomalía. Casi tanto como yo.


Ahora he colocado trampas a mi alrededor para vosotros. 

Nunca os abriría la puerta. 

Porque no quiero volver a odiar