martes, 5 de junio de 2012

Pinturas negras 3

No es fácil despertar en medio de la ciudad
cuando todo lo que tuviste son ruinas.

No Es fácil,
pero inmediatamente la intensidad de la realidad
te hace abrir los ojos, inmensos.

Los músculos se tensan,
los dientes se aprietan,
el impulso concreta la acción de tu ser.
Plenamente.

Observas la destrucción,
aquellas vidas en ocasiones agradables,
como agua tibia

los falsos  momentos sentidos como bellos,
carentes de toda gloria.

Un sucedáneo.

Y de ello te queda
el rechinar de dientes.

Pero la suerte te persigue,
un dios ha mandado al mensajero
con la buena nueva:

Bombas atómicas
cayendo sobre aquello que fue
pero donde casi nunca estuviste.

Y sé que no te rebelas
contra lo que ocurrió.


Te espero fuera del
Maldito Laberinto:


Seductor en la noche angulosa y
con aspecto de puta de

hinchados
enrojecidos Labios

a la luz del día;

el cabello sucio y enmarañado,
la tez porosa y brillante,
ojeras,
tacones rotos,

y un alambre agarrando
el tirante del sostén.

(      )


Llegas hasta mí,
me saludas,
marchas hacia delante.

Te alegras de estar solo
en el epicentro del terremoto
que lo ha devastado todo.

Ya no hay cadáveres.
Eres, por fin, dueño de tu abismo.

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