jueves, 1 de diciembre de 2022

a s. plath

 amar no es sinónimo de diluirse 

en una bocanada de humo gris que desaparece

esta vez, el proceso puede ser lento


enganchada, pez de colores, voluntariamente

a un arpón de jeringuilla, reluciente

nunca más

mejor que el corazón vuelva a romperse


tienes más que ver 

con  los que tocaron el cielo

pero acabas, la cabeza metida en el horno,

convertida en un pastel de cumpleaños


cambiarías el ver más allá, tu poder

tras el agujero de pared

donde habitan los dioses


secundaria nunca 

hasta en lo vulgar

bajita porque estás de rodillas


con pulseras que son cadenas

crees que brillan diamantes en tus muñecas

nunca nunca

y sin embargo se te olvidó algunas veces

viernes, 16 de septiembre de 2022

ARRIBA


Tengo la boca llena de arena, enterrada.

Me levanto costosamente.

Pesadez pegada a mis huesos y músculos.

Movimiento lento y fatigoso.


Sol abrazador y sed.

No me sé los puntos cardinales. 

Echo a suerte dados imaginarios.

Me marca el azar un destino.


Camino despacio, al ritmo que marca el tiempo.

Apenas veo, lo suficiente.

Hay demasiada luz, me deslumbra.

No sé donde voy, pero no importa.


Sola yo, el sol, la arena en mi boca,

y el ritmo que marca mis pasos.


domingo, 7 de agosto de 2022

Descaradamente superfluo

 

Cuando al fin había decidido enfrentarse al terrible halcón, enorme, cuya cabeza se asemejaba bastante a una víbora, se despertó, aunque no inmediatamente, pues en un principio el sonido del despertador había logrado introducirse en el sueño, de tal modo que, durante unos instantes, fue causa de engaño y se acopló perfectamente en este, provocando en el ave, inesperadamente, brutales y repetitivos alaridos. pero el efecto no tardó en convertirse en lo que en realidad era; un molesto sonido capaz de taladrar y despertar al sueño.

Así fue como este se desvaneció y Víctor se vio expulsado del bello y remoto escenario de sus hazañas. Abrió pesadamente los ojos y, cuando las imágenes se empezaron a estabilizar, vio que se encontraba en su confortable habitación. Acto seguido, se incorporó como de costumbre y se dirigió al aseo, esquivando en el camino varios harapos esparcidos por el suelo.

Cuando terminó de asearse, casi sin darse cuenta, se quedó parado frente al espejo, observándose fijamente. Una sensación tan abrumadora como desagradable lo envolvió. La verdad es que hacía ya bastante tiempo que no contemplaba su imagen; todos los días veía el resultado de su afeitado, se deshacía de algún pelo impertinente que desfavorecía la línea de sus cejas, pero en esos momentos simplemente observaba, sin razón aparente, el resultado de media vida.

Casi impulsado repentinamente, se dirigió de nuevo a la habitación, y se acercó al lecho donde yacía su esposa. A Víctor le causó aún más impresión que su propio aspecto el de aquella mujer desconocida, que parecía haber estado en esa cama y en esa misma posición durante toda su vida. Pero lo que de verdad llamó la atención del atónito espectador fue la expresión de aquella cara dibujada, de mueca, y por todo ello sintió gran aversión hacia la mujer que reposaba plácida y serenamente.

Como no estaba dispuesto a seguir allí ante tal espectáculo, y un poco temeroso por las extrañas reacciones que este le producía, se dirigió hacia la silla que estaba junto a la ventana en pos de un sitio que pudiera, quizás, ayudarle a soportar la carga de aquellos desequilibrados pensamientos.

La cordura que aún era mantenida fue esfumándose a medida que las ideas fluían dentro de su cabeza; pensó en la empresa de la cual era director, pensó en aquellas mujeres desconocidas a las que, de vez en cuando, acudía para calmar su deseo y que, a su vez, habían robado un poco de este en cada encuentro.

Mientras todas estas meditaciones se iban sucediendo, el día iba despertando de su letargo nocturno. Ni él mismo sabía cuánto tiempo había transcurrido cuando se dispuso a verstirse. Tras esto, cogió el maletín que, a diario, le acompañaba.

A medida que recorría las habitaciones que debía atravesar para abandonar de una vez aquel lugar, su atención era llamada por el curioso orden de todo lo que las ocupaba; tanto sillas, sillones, cuadros, así como pequeñas e inútiles figuras abstractas, parecían querer darle la espalda.

Dirigido por un impulso autómata, salió de casa, y mientras que su cabeza tomaba derroteros insospechados, caminó durante un par de horas, cambiando ligeramente su paso al cruzar alguna calle o al esquivar a algún viandante ya que, aunque en un principio la actividad humana en las calles era nula, dando a la ciudad un deplorable aspecto de maqueta gigante, transcurrido un tiempo, las aceras se vieron obligadas a esconderse bajo un tumulto de gentío y voces.

Decidido ya su destino, tomó un taxi, y enseguida llegó al aeropuerto; un impresionante edificio que Víctor visitaba a menudo. Pero en este caso todo era distinto. Al comprar el billete de salida, se decidió por el vuelo más próximo, y aunque la mujer que le atendió insistió en repetirle varias veces el destino para asegurarse de que era del agrado de aquel extraño individuo, éste no se percató de nada de lo que le pareció descaradamente superfluo.

Aún así, mientras se alejaba, decidió mirar con gran abnegación el lugar de aterrizaje en su billete, pero tan débil era la curiosidad por el destino que la información se disipó en cuanto el papel fue apartado de sus opacos ojos.

Como aún debía esperar algún tiempo antes de embarcar, se sentó en la pequeña fila de bancos acolchados que se encontraba a su derecha pero, nada más hacerlo, reparó en que no había probado bocado desde la tarde anterior, y sintió súbitas ansias de comer. Por suerte, la cafetería estaba a pocos metros del lugar en el que se encontraba; además, el sitio prometía ser más apacible o, por lo menos, evitaría el incómodo intercambio de miradas entre los ocupantes de los enfrentados bancos.

Al cabo de un rato, y cuando Víctor se disponía a salir del lugar para, de una vez, dirigirse hasta la puerta de acceso, puesto que en breve embarcarían, un sonido monótono y desagradable llamó su atención, aunque al principio este lograra camuflarse bajo el tumulto de voces de la cafetería. El sonido procedía de su maletín, y al abrir este, observó que su móvil era el causante de aquel insoportable ruido.

Cuando cogió el teléfono, todos los recuerdos de aquella mañana se desvanecieron. ¿Por qué estaba allí?, se dijo mientras un aluvión de preguntas caían sobre él. No supo dar explicaciones, pero encontró en aquella voz, que pertenecía a su mujer, un alivio para aquel desconcierto. Así fue como aquellos inútiles pensamientos se esfumaron de su cabeza.

Tan pronto salió del aturdimiento, recogió su maletín y, con la confusión de varios recuerdos que se agolpaban sin forma concisa ni sentido, se dirigió hacia casa, esta vez, con paso rápido y seguro.

Y de esta forma despertó de un extraño sueño en el que, por más que quisiera, no encontró jamás sentido.

martes, 19 de abril de 2022

Ariadna


 Las flechas van hacia abajo y son imperfectas.

Te agarras a sus bases, vas a toda velocidad.

Solo estás tú y las flechas.

Te apeas partiendo astillas y flotas.


Se te cierran los ojos con tantos sueños,

¿te mueves? Solo suspiras de vez en cuando,

una vuelta, una nueva postura. Inquieto.


Elegir, elegante y dispuesto, en la gran encrucijada. 

El acierto que te santificará.

¿Quién necesita decir sí?

¿Quién necesita saber algo más?


La duda, una parada cardiaca que lleva al enredo, 

la telaraña de cables de acero,

parece que se rompe de un soplido, pero cuidado,

bailas de cara a la galería, mientras luchas por salir de entre los barrotes.


El Imperio de las Opiniones.

Devoradoras, destructoras, monstruos que te hacen apartar la mirada,

utilizan el hilo de Ariadna para llevarte al Minotauro.

Pero ya no hay Minotauro. Los mortales tienen un nuevo capricho:


Solo son cajas vacías con miles de cepos a su alrededor.

sábado, 9 de abril de 2022

El león que me come las entrañas


 Has ido demasiado lejos.

Me has puesto en el centro, donde el león devora las entrañas.

No me lo esperaba. Así de repente, acción mecánica, como un reflejo. 


Te miro a los ojos, tras el jaque insípido de tu movimiento.

Sospecho. Tengo miedo. Cojo la espada de nuevo. 

No la agarro fuerte, pero por si acaso la llevo.


¿Las trampas forman parte de las reglas?

Sí; el asesinato forma parte de las reglas.

No me gustan estos juegos.


Los hay de todo tipo.

Quizás los más terribles sean esos que se hacen con casi ninguna intención,

como cuando apartas una mosca de tu cara.


Me haces sentir sola, el aforo lleno,

la gran expectación,

sin expectativa debido al cansancio y a la desilusión.


Tropiezo y me caigo. Me cuesta levantarme.

Lo hago de nuevo. Levantarme.

Las gradas gritan en una gran ovación.


Me falta adrenalina, eso me falta, me falta gana.

Camino arrastrando los pies, con los hombros hacia delante,

con la mirada en el suelo. Me pesa.


Camino hasta ti con gesto serio.

Estoy bajo tu ventana. Tiras la cuerda sin asomarte. ¿Para qué la cuerda ahora? 

Ya no es como antes, cuando cada subida era celebrada como un Acto Único.


Se me pasa por la cabeza meterla en ella y colgarme.

Demasiado ridículo, demasiado poco elegante.

La corto hasta donde llego. Se me caen los pantalones, tanto he adelgazado.


Me la ato de cabo a rabo a la cintura, para no tropezar con mis propias piernas.

Me marcho silbando algo en el camino.

Somos dos de nuevo: yo y mi sombra.

lunes, 24 de enero de 2022

Vagabundos del desprecio


Crees que podemos volar hacia arriba 

sin cansarnos, hasta llegar al cielo?


Arriesgarnos a no ser quienes pensamos,

desnudarnos del todo, herirnos, morirnos,

como esos sin derecho a tener sombra.

Los sintecho que en el fondo siempre fuimos.


Estamos malditos, 

 maldecidos, maldichos,

Un tartamudo nos puso nombre.


Crees que podemos querernos

en este mundo tecnológico,

nostálgico, esotérico?


Vagabundos del desprecio,

ese que viene de dentro, 

por qué? Quién lo decidió?

Creo que yo, no. Que tú, no.


Y aun así, a pesar de todo,

tanta señal que dice: sigue!

Gritos que a veces me despiertan,

el pleno sobresalto.


Fe corrupta, incorrecta,

venida a menos, pisada, 

descuartizada,

qué haces aún ahí?


Dejarme vivir, eso haces,

contra natura. Contra esto.

Diciendo nada en absoluto,

pero sosteniéndome.


Me levanto.

Escupo a un lado.

Oculto cualquier horizonte. 


Me voy sola, como siempre.

Sígueme si te atreves.



domingo, 23 de enero de 2022

Juntos

 

Sobrevolamos en escobas mecánicas

lugares masivamente religiosos. 

Nos lanzamos al vacío, creyendo juntos.


Contemplándonos

en espejos reptantes y filosos,

creando un espectrante y propio mundo.


Nuestras lenguas se entrelazan en un nudo.

La opción al separarnos:

arranquémonos, quedarnos mudos.


En fatal equilibrio,

apenas nos movemos,

estallamos detonando bombas de fogueo.


Lanzarnos brujerías, hechizos...

No hay beso que los haga reversibles,

encantados sin antídoto posible.


Quedarme casi ciega si te miro,

un peligro:

sacarte de las cuencas esos ojos tan bonitos,

 

colgármelos del cuello,

hacerte mi amuleto.

La tentación de usarte a mi capricho.